11 de junio de 2007

Esteve: “El mundo no se ha acabado"


Decía sentirse “nervioso”, como “si estuviera en la salida de mi primera carrera”, pero la entereza y fortaleza de ánimo de Isidre Esteve dejó de piedra al centenar de periodistas, médicos y amigos que se citaron en el hospital Vall d'Hebron en su primera aparición pública tras su fatídico accidente, aquel 25 de marzo en un raid en Almería. Se fracturó las vértebras T7 y T8, una lesión medular que le ha dejado postrado en una silla de ruedas, sin movilidad en las piernas, “pero el mundo no se ha acabado”: hace dos meses y medio que ha iniciado “una nueva vida, que no es mejor ni peor, simplemente diferente”, decía el piloto de Oliana, que se confesaba “contento y feliz” por tener gente a su lado “para tirar adelante” y afrontar su nuevo reto. Llegó a la sala empujado por su compañera, Lídia, con una sentida ovación como fondo musical. Durante su exposición, acompañado de los doctoresXavier Mir, Pilar Solans y Empar Cuxart, el piloto de raids, de 35 años, habló en todo momento con una clarividencia conmovedora y un discurso crudo, realista, sensato, sin caer en la lamentación ni la lástima. Es lo que hay, y voy a seguir adelante, era el mensaje que llegaba de un hilo de voz suave pero sin quebrarse, emitido por una figura consumida, con unos cuantos kilos de menos, pero con unas ganas enormes de vivir. “Sé que no voy a correr nunca más en moto, pero sí puedo correr un maratón en silla de ruedas; mi lesión es medular al 100%. Tengo muchísimasuerte; mi cabeza está bien, también mis brazos. Me he dado cuenta de que puedo hacer de todo. Mi vida sólo es diferente, se trata de que cuando vaya por la calle la gente me mire un poco más abajo”, exponía. Esteve no tuvo reparos en referirse a su caída, de la que recalcó que “fue un accidente” lleno de mala suerte porque “llevaba todas las protecciones que llevamos siempre, incluso el protector cervical”. Reconocía que “desde el primer momento” supo el tipo de lesión que sufría; “Cuando me caí me di cuenta de que me había hecho daño de verdad, así se lo dije ami rival y compañero Marc Coma cuando se paró a ayudarme: ‘M'he fet mal de veritat, Marc, avisa tothom’”, relataba Isidre, que desde el primer día ha querido “que los médicos fuesen de cara, sinceros y sin suposiciones”. Sin embargo, admitía que su “peor momento” no fue tras la caída ni al comunicarle la lesión, sino “días después” en el hospital: “Una noche me desperté a las 2 y pensé: ‘¿qué me está pasando?’, había estado 15 días ingresado, y fue entonces cuando empecé a aceptarlo”. Isidre tenía ganas de mirar hacia delante, de superar aquel mal trago y fijarse en el presente. A final de julio o primeros de agosto le volverán a intervenir para extraerle el electroestimulador de la espalda. Durante este tiempo continuará con la rehabilitación en Vall d'Hebron, y cuando se le extraiga el microchip continuará el proceso en el Institut Guttman, “y no puedo decir más, tampoco pienso más allá, mejor pensar en el día a día. Hace dos meses llegué a una situación en que era un sueño poder ir en silla de ruedas y estar bien de salud, y ahora estoy así. Me doy cuenta cada día de que puedo hacer lo que me proponga. La vida es un regalo que se disfruta como puedes; estoy muy motivado con todo lo que tengo que hacer en adelante”. Su esperanza, su motor de vida, es que la ciencia evolucione suficiente para que “de aquí a 10 o 20 años llegue una solución. La edad media de una lesión medular es de 33 años, por tanto puedes estar 40 más en una silla; si de aquí a 20 años llega una solución, hará falta que mi cuerpo ese día esté en condiciones para aceptarla”.

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